Mi activismo nace del dolor, la resiliencia y la consciencia. He vivido en carne propia la violencia de género, el estigma de la salud mental y la presión de una sociedad patriarcal que intenta silenciar nuestras voces. Pero decidí transformar mis heridas en fuerza y convertir mi historia en una herramienta de apoyo y empoderamiento para otras mujeres. 

 

Acompaño, escucho y comparto. Creo espacios seguros para que las mujeres se expresen, se reconozcan y recuperen su dignidad. Defiendo el feminismo como una herramienta de justicia, no solo como una teoría sino como una forma de vivir, de sanar, de luchar.

Mi enfoque feminista es inclusivo, interseccional profundamente humano.

Lucho contra la misoginia, la cosificación, el machismo cotidiano, el sistema que oprime a las mujeres con discapacidades, a las mujeres pobres, a las que han sido invisibilizadas.

NO SOY PERFECTA, PERO SOY REAL. Y ESTOY AQUI PARA QUE NINGUNA MUJER SE SIENTA SOLA.